Simón Soto, profesor de Guión I comenta la alabada serie del canal HBO "The Wire", artículo que escribió en la revista literaria digital "60 Watts".
Por Simón Soto
Prodigio narrativo, cinematográfico, literario. Novela decimonónica y también postmoderna. Obra de arte arriesgada. Cumbre audiovisual, compendio enciclopédico de la sicología humana, tratado sobre el poder y sus consecuencias siempre nefastas, tragedia griega contemporánea, composición shakesperiana de las motivaciones de los seres humanos, tolstoiana en su aliento y joyceana en cuanto a estrategia y dificultad estructural, próximo paso del cine, replanteamiento del formato televisivo, monstruosa, épica, enorme, catártica en cuanto a la concepción aristotélica, reescritura de los griegos, iconoclasta por excelencia, vanguardista, revitalizadora, punto de no retorno, profunda, importante, arriesgada, novela rusa del nuevo siglo, fábula moderna, registro excepcional de la decadencia de la sociedad norteamericana y eso es decir también de la sociedad en el mundo, urbana, literaria, universal, distinta, única, cuestionamiento de la condición humana, rabiosamente perfecta, exigente, innovadora, polifónica. La serie, por cierto, se llama The Wire.
Abordar una obra total es siempre un ejercicio complejo. Ya lo saben los estudiosos de James Joyce y de Marcel Proust. Hay mucho por comprender, y muchísimo por decir. Las lecturas, como en cualquier pieza de arte rayana en la perfección, se multiplican a medida que el análisis avanza. Con la serie televisiva producida por la cadena HBO, The Wire, considero que el desafío es parecido. Y me parece, por lo menos en mi caso, inútil intentar emprender un ensayo sobre dicha obra. La primera razón, y la más terrible por cierto, es que carezco de los conocimientos necesarios para expresarme a la altura de la obra en cuestión. La segunda, es que es un despropósito establecer, tras una primera lectura-visualización, una reflexión medianamente seria. The Wire, debido a los innumerables niveles subtextuales, su complejidad estructural, su atípica construcción narrativa, los tempos y ritmos que apuestan por una contemplación que desafía al lector y el diseño de profundos personajes en permanente conflicto interno y externo, exige un abordaje de gran nivel en términos de argumentación y desarrollo, y para eso, es necesario revisarla varias veces. El presente texto es solo una bitácora de un lector atento y entusiasta. Y solo eso. Ya lo dice el detective Bunk Moreland en uno de los capítulos de la quinta y última temporada: “Cariño, juego con lo que me toca”.