Hay momentos en la vida en que uno puede soñar, pero ver cómo eso se hace realidad es algo que muy pocos pueden. Bueno, eso es lo que le ocurrió a nuestro país en la gran fiesta que nos convocó en el mes de enero en nuestra capital. Fue un espectáculo que ponía la piel de gallina: ver a dos gigantes caminando por nuestras calles, ver cómo los niños, los ancianos y la gente joven corría por verlos; aunque fuera un pie de estos seres. Eso para mí como espectador fue algo que me marcó. Tal vez fueron tres días, pero estoy seguro que en esos tres días Chile entero soñó el mismo cuento, uno en el que no existía raza, ni color, en donde todos éramos uno. A fin de cuentas, volvimos a ser niños, y lejos de todo, volvimos a creer que los sueños… se hacen realidad
No hay comentarios:
Publicar un comentario